Thursday, July 31, 2008

La lengua o la vida, capítulo 1923...

Parece que los medios se están volcando en el asunto de las lenguas. Comenzó la guerra el Mundo y los 20 pseudointelectuales del manifiesto y ahora cada dos por tres tenemos un artículo defendiendo a uno u otro bando

En la edición de Público de hoy han vuelto a la carga, están haciendo unos reportajes sobre la discriminación de las lenguas cooficiales. Hoy le ha tocado el turno al euskera, o euskara como le denominan ahora, a mi el nombre que una comunidad le quiere dar a su lengua no me molesta, siempre que sea razonable (no se acepta valenciano en lugar de catalán). El caso es que el artículo de Iban Zaldua me parece interesante, tanto como los anteriores capitulos. A ver si difundiendo la opinión de esta gente los manifiestofirmantes se caen del burro de una vez.


LA DISCRIMINACIÓN DE LAS LENGUAS COOFICIALES // CAPÍTULO 4: EUSKADI
Una jornada en una lengua minoritaria

Iban Zaldua, escritor, historiador y profesor de la UPV, comprueba cómo en Euskadi no sólo no se persigue al
castellano, sino que esta es la lengua que, en todos los ámbitos, prevalece sobre el euskara


Una jornada en una lengua minoritaria La presencia del castellano es onmipresente en las calles de Euskadi. - IBAN ZALDUA - 31/07/2008 08:00

Me despierto, desayuno y salgo a la calle: tengo que llevar a cabo unas gestiones en el ayuntamiento. Ya en la oficina, y después de esperar un rato en la cola, me dirijo en castellano a la funcionaria de turno: es la costumbre, porque lo más normal es que no me toque en la cola del único trabajador que sabe algo de vascuence allí. Sin embargo, me sorprende respondiéndome en un correctísimo euskara, y más aún que el trabajador que atiende a su lado se niegue a hablar con mi vecino en otra lengua que no sea esa, lo que provoca las protestas del mismo, que insiste en hablar en castellano.


Terminado lo mío, allí les dejo y salgo a la calle, donde, pocos metros más allá, me encuentro con un grupo personas que, arrodilladas, con las manos en la cabeza y de cara a la pared, esperan a que los ertzainas que les han detenido peguen sobre sus ropas el símbolo amarillo que indica que les han sorprendido hablando por la calle en castellano. La pegatina no es más que un primer aviso: la próxima vez que sean pillados en flagrante delito se les impondrá una multa, y la siguiente Es entonces cuando me despierto de veras y comprendo que he debido de colarme sin querer en una pesadilla o quizá en un sueño húmedo de Fernando Savater, y que la realidad que me espera fuera es bien distinta. Me levanto, pues, y voy a prepararme el desayuno. Me gusta hacerlo escuchando las noticias de la radio, pero si quiero oírlas en euskara no tengo más alternativa que sintonizar Euskadi Irratia, la radio pública vasca, que no siempre me gusta; en Vitoria, la ciudad en la que vivo, se captan otras emisoras, sobre todo piratas, que ofrecen programas en euskara, junto a otros en castellano, pero a esa hora de la mañana es la única emisora que da el noticiario en euskara, frente a las decenas de alternativas que me ofrece en español el dial de la FM.


Después salgo con mis hijas para la escuela. Maddi, la mayor, que está empezando a leer, me pregunta por qué en las tiendas a cuyo lado pasamos sólo hay carteles con Rebajas, y casi ninguno que ponga Beherapenak hace poco tuve que explicarle, no sé si con éxito, en qué consisten. Mi hija está en ese momento en que lee todo lo que pilla por la calle y hay que reconocer que son bien pocas las cosas que encuentra en euskara. Al dejar a las niñas en la puerta de la escuela, me encuentro con Dikra, madre de un compañero de clase de Maddi que es de origen marroquí, y me comenta que le ha parecido mal que la última carta que nos ha enviado la profesora esté sólo en castellano, en vez de en las dos lenguas oficiales, como le parecería de recibo en un centro que pretende impulsar la enseñanza en euskara. Aunque al igual que nosotros ha matriculado a su hijo en el modelo de inmersión en euskara, le preocupa que su hijo no vaya a aprender lo suficientemente bien dicha lengua, lo que le restaría oportunidades en el futuro. Yo también me he fijado en el detalle de la carta, y estamos de acuerdo sobre ese punto; lo cierto es que nunca la he visto inquieta por el nivel de su hijo en español, que es, por otra parte, la lingua franca de los niños a la hora del recreo, tanto en esta como en muchas otras escuelas. De hecho, según el Informe Pisa, son los alumnos del modelo D (mayoritariamente en euskara) unos de los que mejores calificaciones obtienen en las pruebas de lectura en español de todo el ámbito estatal. No, no parece que sea el sistema educativo la mayor amenaza que sufre el castellano en el País Vasco.


Más tarde me paseo por el centro comercial de El Corte Inglés en busca de algún nuevo DVD de dibujos animados para mis hijas: por cada 30 películas que se ofrecen en castellano sólo hay una que tiene opción de reproducción en euskara; la cosa es especialmente flagrante en el caso de la casa Disney, que se niega tajantemente a que sus filmes se doblen a lenguas minoritarias como la nuestra. Alguien me dirá que en el fondo es una suerte que no dispongamos de La cenicienta o de El rey león en euskara, y estoy de acuerdo, pero mi breve experiencia como padre me indica que los productos Disney son, a la larga, inevitables, y que mejor sería si los pudiéramos conseguir también en euskara. Me vuelvo a casa con uno de los pocos largometrajes de dibujos animados que encuentro traducido al euskara: El Cid, la leyenda, una película que, sin duda, contribuirá a exacerbar el separatismo de mis hijas...


Por la tarde, en el parque, nuestra hija pequeña, Ainara, se ha caído del tobogán y se ha dado un golpe en la cabeza: por si acaso, la hemos llevado al servicio de Urgencias. Hago de intérprete entre mi hija y el médico. ¡Ella euskaldun, y yo argentino! Estamos buenos, dice el médico. Por fortuna, no parece que la cosa sea grave.


Podría continuar, pero todo me lleva a la misma conclusión: lo verdaderamente grave, o lo irónico, es que alguien esté inquieto, desde el punto de vista cultural y político, por los derechos de los hablantes del castellano en nuestro país. ¿Será que no vive aquí? ¿O será que va mucho más allá de defender nuestra lengua común?


El original aquí

Para terminar me gustaría hacer una reflexión. Imaginen los lectores castellanos que de repente hacen un trip por Euskadi con su cochecito. Les invito a que alguien me replique que no entiende algo en esta señal escrita en euskara:




Si es que si quisieramos no hay que esforzarse mucho para entender algo. Pero cuando hay gente que no quiere escuchar da igual lo limpios que tengan los oidos, que ellos mismos se encierran en su mundo monolingüe y al resto que nos jodan. Lo dicho, cada vez me caen mejor los nacionalistas vascos, catalanes y gallegos, al menos ellos hacen por entenderse

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