Tuesday, January 6, 2009

Turismo y turismo

Después de un duro día de trabajo hoy me he dado un capricho cinéfilo. He alquilado una película que llevaba tiempo queriendo ver Vicky Christina Barcelona, película archiconocida por estos lares por la escena del beso entre dos de las mujeres más deseadas por los españoles, Scarlett Johannson y Penélope Cruz, pero ese no es el tema y tal, como diría un olvidado seleccionador nacional.

Jamás he sido un gran fan de Woody Allen,, lo reconozco, ya que siempre guardo en mi memoria sus películas de los años 70 y 80 que veía en aquellas sobremesas en que Canal 9 emitía algo de cultura, y claro, un niño de 10 años o es Mozart o similar o eso de apreciar el arte como que no se lleva mucho. Pasó mucho tiempo para que rompiera esas tontas ideas y volviera a ver una película de este grandioso cineasta. Fue hace dos años en Liverpool cuando mi vecino David me invitó a ver una película que había sacado de la biblioteca pública, en una televisión de unas 17 pulgadas y con sus compañeros de piso de un lado a otro de la casa. Y así, un vírgen en Woody Allen y yo, que no recordaba nada de esas películas que ví de niño nos enganchamos a las comedias del neoyorquino.

Pero me estoy desviando del tema. Viendo la película situada en Barcelona me he empezado a preguntar cuanto habrá pagado la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona para conseguir que Mr. Allen vaya a rodar en sus fueros. Pagasen lo que pagasen se quedaron cortos. Toda la película invita a ir a Barcelona. Es una ciudad que vista en el cine atrae más que ninguna otra. Mientras estaba viendo la película no paraba de morderme por dentro por ir de turismo o a vivir, me pareció la ciudad perfecta, grande, espaciosa, modernista, antigua. Barcelona lo tiene todo.

Y digo todo esto por la manera de hacer turismo de unos y otros lugares. En Alicante tenemos unos estudios de cine que dicen que es la envidia de Hollywood, pero veo que viene una estrella americana a hacer su película y no aparece Alicante, sino que la disfraza de Grecia. ¿Para esto sirve el dineral que nos está costando mantener esos estudios con el dinero de todos? Para que el nombre de la ciudad donde se rueda, exteriores incluidos, sólo aparezca en los créditos, es decir, en lo que ni Dios se queda a ver.

Otro ejemplo lo tenemos en la famosísima Volvo Ocean's Race, que partía de Alicante el pasado Octubre. Dijeron que el nombre de Alicante se vería en todo el mundo.No es por comparar, pero la vela atrae a un reducido grupo de la población que puede permitirse ir a jugar con los barquitos los fines de semana, pero todo hijo de vecino puede ir al cine. Aunque Alperi dijo que el circo este no costó nada a la ciudad, sinceramente creo que merece la pena pagar un poco y llevarse un resultado miles de veces más efectivo.

Pero para que Alicante sea digna de mostrarse en las grandes pantallas, La tia de Carlos aparte, no es suficiente con pagar cuatro perras a un cineasta famoso. Alicante debe ganarse ese honor haciendo las cosas bien durante años, como ha hecho Barcelona no desde las Olimpiadas, sino desde principios del siglo XX. Mientras tanto aquí vamos para atrás como los cangrejos. Desde los años 60, Alicante ha destruido sus opciones de ser una ciudad atrayente, gracias a gobernantes y especuladores y nuevos ricos que con la mentalidad de que lo antiguo es sinónimo de viejo han destruido el patrimonio cultural de la ciudad, echado a perder oportunidades únicas, y mucho me temo que ya poco o nada podemos hacer, aunque algunos seguiremos luchando.

En resumen un notable para Barcelona, mereciéndose el sobresaliente, aunque no lo tiene porque siempre hay cosas por mejorar, y un suspenso en letras rojas para Alicante. Y un diez al mago del cine por tan bárbara película.

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